MERIDA, Yucatán, 8 de septiembre.- Se anuncia por allá —particularmente en Internet— cierto producto llamado OxyTAM, del cual se dice que “es oxígeno líquido, un producto 100% natural NO TOXICO que crea dentro del cuerpo un ambiente de bienestar y salud” e implícitamente se afirma que con él pueden prevenirse o curarse todas las enfermedades habidas y por haber, ya que —continuamos con su publicidad—, contra lo que los médicos creen, ellas no se deben a virus, bacterias, hongos, radiaciones y demás factores por el estilo, sino a una deficiencia de oxígeno. Por lo tanto, basta echarse entre pecho y espalda unos buenos tragos del tal OxyTam para librarse de cualquier mal presente o futuro, ya que “cuando el cuerpo humano recibe abundantes cantidades de oxígeno, mata todas las células cancerígenas, virus, gérmenes, bacterias dañinas, toxinas, agentes patógenos y microorganismos causantes de enfermedades, ya que éstos no pueden sobrevivir en un ambiente rico en oxígeno”.

La publicidad de este falso medicamento incluye afirmaciones tan sesudas y perogrullescas como que “podemos vivir semanas sin comida, días sin agua, pero sin OXÍGENO tan sólo unos minutos”.

La publicidad de este falso medicamento incluye afirmaciones tan sesudas y perogrullescas como que “podemos vivir semanas sin comida, días sin agua, pero sin OXÍGENO tan solo unos minutos”.

El menjurje en cuestión se recomienda —agárrese usted— nada más ni nada menos que contra el cáncer, el SIDA, la diabetes, la hepatitis, el herpes, el enfisema pulmonar, el asma, la esclerosis múltiple, el mal de Parkinson, la artritis reumatoide, la enfermedad de Alzheimer, el insomnio, las enfermedades del corazón y los problemas de las encías, entre otros padecimientos. En suma, una chulada de remedio.

Y para que tales afirmaciones resulten más impresionantes, se recurre a dos trucos habituales en estos casos: en primer lugar, citar a un Premio Nobel, el Dr. Otto Warburg, de quien se dice que “sorprendió al mundo cuando reveló que la mayoría de enfermedades son ocasionadas por niveles insuficientes de oxígeno en el cuerpo”. Y en segundo, que el producto de marras lo inventó y lo produce una empresa de grandilocuente nombre —aunque nada tenga que ver con la medicina—: Tecnología Aeroespacial Mexicana.

Todo esto no es más que charlatanería pura. Por principio de cuentas, Warburg jamás dijo lo que se le atribuye sino sólo esbozó algunas hipótesis, ya olvidadas, sobre posibles causas del cáncer. El Premio Nobel de Medicina 1931 lo recibió por su descubrimiento de la naturaleza y el modo de acción de la enzima respiratoria. Un segundo Premio Nobel le fue conferido por sus trabajos sobre el papel de las enzimas en la fermentación. En segundo lugar —y esto es lo más importante—, si el OxyTam fuera realmente oxígeno líquido, mataría a quien lo bebiera, pues la temperatura del verdadero oxígeno líquido es de 222 grados bajo cero, suficiente para destruir casi instantáneamente las células de la boca, la lengua, el esófago y el estómago.

En realidad, lo que se anuncia como oxígeno líquido no es más que agua ordinaria a la cual se ha añadido una pizca de peróxido de hidrógeno, o sea ese compuesto —formado por dos átomos de hidrógeno y dos de oxígeno— que se conoce como agua oxigenada y sirve para desinfectar heridas… y que tampoco debe beberse en estado puro ya que es tóxico.

El productor y vendedor de este producto milagro afirma campechanamente que “nuestra fórmula científicamente probada puede ayudar a curar el cáncer y muchas otras enfermedades” y que sus distribuidores son “personas que habían sido declaradas como desahuciadas y que se curaron por completo con este producto de enfermedades como cáncer, SIDA, CUCI, etc”. Pero como sabe muy bien que ni previene ni cura enfermedad alguna, y que su consumo puede tener consecuencias peligrosas, se lava las manos advirtiendo en la etiqueta y en la publicidad (respetamos sus faltas de ortografía) que “OxyTAM no es un farmaco ni un medicamento, no esta regulado por la SSA ni por COFEPRIS ya que es solo oxigeno liquido, el consumo de este producto es responsabilidad de quien lo toma y de quien lo recomienda”. (Por Juan José Morales/Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx)