México (24 de agosto).- - El tratamiento para la depresión es tan diversificado como el problema mismo, dado que no todos tienen el mismo tipo de depresión -y las causas de cada paciente para mantenerla son diferentes- lo lógico es pensar que hay tantos tratamientos como personas deprimidas en este mundo.

Algunas ramas son ampliamente conocidas por sus grandes aportes a este campo, y sus buenos resultados, entre ellas las más populares es el psicoanálisis -que intenta resolver el problema de trasfondo para cada patología- y las terapias cognitivas-conductuales -se centran en el momento inmediato y trabajan bajo los esquemas desestructurantes que mantiene una persona-.

Si bien la teoría de la depresión como un factor anímico, comportamental o cognitivo se han mantenido hasta el día de hoy como las más predominantes, los científicos trabajan ahora por entender a la depresión desde su estancia química orgánica; a partir de esto, mucho son los estudios que se han realizado para estudiar las zonas del cerebro en las que la depresión afecta directamente y descubrir los procesos químicos implicados en ellas.

Los neurotransmisores encargados del sentido del bienestar -y la estabilidad anímica- son tres: serotonina, norepinefrina y dopamina; la falta de estos monoaminos (derivaciones proteicas) puede ser la principal causa de la depresión según se probó por primera vez en 1950 cuando se lanzo una droga llamada reserpina -creada para aliviar los problemas de hipertensión- y entre sus usuarios comenzó una ola depresiva sin precedentes, debido a que la sustancia disminuía secundariamente los niveles de los monoaminos en el cuerpo.

Años después científicos como Schildkraut comenzaron a armar relaciones directas entre la falta de cierto neurotransmisor y su efecto directo en el estado de ánimo de las personas e incluso se pudo alcanzar a visualizar la magnitud de las consecuencias de no recibir suficiente de estos neurotransmisores en ciertos circuitos cerebrales y lentamente la serotonina, norepinefrina y dopamina se fueron consagrando como los aliados del buen humor.

Actualmente, uno de los aspectos que más llama la atención en relación a la química cerebral tiene que ver con los hallazgos del papel que juegan las hormonas en esta patología -causa probable de las ambivalencias que se presentan entre un tipo de depresión y otra-, de hecho, se ha estudiado como el cerebro se ve invadido, en periodos de estrés, de diferentes sustancias químicas que estimulan las áreas que tienen relación con los estados emocionales e inhiben las que tienen que ver con la concentración y el pensamiento racional.

¿Cómo puedo prevenir la depresión?

Existen muchos factores que influyen en un estado de ánimo depresivo, desde la alimentación, hasta la herencia, pasando también por las diferencias de género, los estados de estrés constantes, las formas primitivas de decodificación de información y solución de problemas, tolerancia a la frustración… en fin, la depresión es uno de las grandes afecciones del siglo XXI -especialmente por el estilo de vida que llevamos- y algunas soluciones rápidas, para aquellos que aun no se deciden por la terapia, consisten en la prevención a través de los alimentos. Intentar balancear el nivel químico de nuestro cuerpo es sencillo pues la comida es el combustible para ello, algunos alimentos contribuyen a los estados depresivos -como las grasas y las comidas procesadas- y otros, por el contrario, ayudan a mantener los niveles de ánimo estables:

La serotonina puede ser obtenida a través de los alimentos gracias a que se sintetiza a partir del triptófano, contenido en productos como lácteos, huevo, legumbres, cereales, semillas, chocolate y verduras. Es importante además, remplazar todas las harinas blancas, dejar de consumir dulces y evitar el alcohol a como dé lugar. Los frutos secos son altamente recomendables al igual que aquellos alimentos que posean mucha fibra.

La norepinefrina proviene del consumo de proteínas, el pescado, la carne o el pollo son buenas opciones -aunque también funcionan aquellas de origen vegetal – los embutidos y la mantequilla se incluyen en esta lista.

La dopamina la hayamos principalmente en los alimentos en forma de tirosina, productos como las almendras, aguacates, semillas de sésamo o calabaza, pueden ser grandes fuentes de la misma, también lo son productos de soja como el tofu. Es importante consumir antioxidantes al tiempo que se busque elevar los niveles de dopamina, pues esta se oxida sumamente rápido, la vitamina C –encontrada en cítricos, kiwi, fresas y pimientos- es excelente para contrarrestar este proceso natural.- (Semanario)