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El PRI ¿ya tiene sus cartas para Mérida? ¿Ya descartó a otros suspirantes? ¿Lo que ha empezado a hacer es sólo un amago y más adelante va a sacar otra lista? ¿Tiene a su as guardado bajo la manga?
Todas esas preguntas me vienen a la mente a raíz de una entrevista a domicilio que me hizo el sábado 24 de octubre Consulta Mitofsky, la de todas las confianzas del partido tricolor y ¡oh sorpresa! salieron a relucir sólo tres nombres de los muchos que se han barajado dentro de los miembros de ese instituto político para encabezar la contienda municipal por Mérida en los comicios del 16 de mayo venidero.
Los cito en el orden en que me fueron mencionados por el encuestador: ¿Qué opina de Angélica Araujo? ¿... de Rolando Zapata? ¿... de Nerio Torres (Arcila)? Es evidente la intención de la pregunta: saber cuál de los mencionados tiene mayor presencia en el municipio.
¿Y el resto de los numerosos aspirantes que han sido citados y que incluso han "hecho su luchita" para ser tomados en cuenta? ¿Dónde queda Victorcillo con todo y desplegado a su favor, Mauricito con su presencia en Facebook y sus folletos con autoelogios? ¿Y Felipillo? (los diminutivos son porque, como Nerito, "son hijos de papá") ¿y el secretario estatal de Fomento Agropecuario y Pesquero? ¿Fueron sólo comparsa? ¿Serán incluidos en una próxima entrega de Mitofsky para saber si tienen presencia en Mérida? ¿Habrá una carta tapada?
Al escuchar el nombre de la encuestadora, al principio de la entrevista, enseguida me imaginé de dónde había salido el encargo del trabajo, luego lo confirmé al escuchar los nombres de los tres políticos priístas, ya que no se mencionó, en el sentido en que se hizo, a ninguno local de otro partido.
Esa encuestadora también vulnera, tácitamente, la privacidad que deben tener las personas sobre sus preferencias partidistas ya que, con sus preguntas le permite definir con qué partido simpatiza el encuestado. Entre otras cosas, se pide la opinión sobre el trabajo del presidente Felipe Calderón Hinojosa y de la gobernadora Ivonne Ortega, así como la puntuación que se merece cada uno. Es evidente que quien habla bien del primero y le fija alta puntuación y se refiere en malos términos y le da baja calificación a la segunda, pues no simpatiza con el PRI, y viceversa.
Pero lo peor es que, aunque las encuestas de ese tipo deben ser anónimas, se pregunta la edad, la calle y el número de la casa del encuestado (aunque estos dos últimos estaban a la vista) y con esa información no es necesario indagar el nombre del entrevistado ya que los partidos políticos cuentan con todos nuestros datos que dimos al Instituto Federal Electoral al sacar nuestra credencial. ¿Acaso no han recibido en su cumpleaños felicitaciones de algún político, por medio de cartas enviadas a su domicilio? ¿Cómo se enteraron de la fecha de nacimiento y la dirección de su hogar si no es por esas referencias?
Mi recomendación: si no quiere que se sepa con qué partido simpatiza, cuando una encuestadora le pregunte su opinión sobre funcionarios públicos emanados de diferentes partidos, póngalos a ambos al mismo nivel y deles igual calificación. Mejor aún, si quiere trastocar el sentido de la encuesta y, por consiguiente, las expectativas partidistas, proporcione a la inversa lo que piensa sobre el trabajo de gobernantes de institutos políticos distintos.