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México (26 de julio).- El rápido estilo de vida que llevamos, la urbanización, los nuevos modelos familiares y, sobre todo, la perdida de información alimenticia, ha llevado a los mexicanos a estar más que nunca, desconectados de su comida.
En un mundo donde cocinar se ha hecho difícil, realizar las compras en el mercado local resulta una travesía y todo es más fácil cuando simplemente ordenas una pizza, el concepto de comida se ha modificado indudablemente. Para los mexicanos resulta difícil entender las cualidades de los ingredientes que conforman sus alimentos, saber de dónde vienen, como se mezclan y cuáles son sus resultados.
Ante la diversidad de productos que existen actualmente, el habitante promedio se siente abrumado y confundido por los múltiples mensajes que llegan de todas partes, así lo afirma De la Riva Group (DLR), empresa especializada en investigaciones de mercado y opinión, quienes descubrieron que vivimos en un ambiente que se ha encargado de satanizar la comida al tiempo que la promueve.
De acuerdo con Ana Paola Bravo, analista del área de estudios indicados de DLR, “estamos desconectados de la comida, nadie sabe sobre ingredientes, que sucede al mezclaros o cuales son sus resultados y es debido, en su mayoría, a la agenda tan apretada que llevamos, a la facilidad que nos proporciona el ambiente de comprar lo que esta a la mano, que te saque del apuro y que te llene rápidamente.”
Para recuperar el control de la comida es necesario escuchar al cuerpo, según explica Bravo, mirar a la comida no desde términos cuantitativos -nutrientes, calorías, minerales y gasto de energía- sino desde una perspectiva de sanidad, si este alimento que vas a consumir te va a hacer sentir mejor, si te va a hacer ligero o te dará más energía.
“Estamos tan desconectados de la comida que justo no sabes que te estas comiendo”, afirma la experta y explica que la narrativa de la dieta se vive como un castigo pues buscamos crear productos que reduzcan el tiempo de la preparación de alimentos buscando darle prioridad a otras tareas “de mayor importancia”. Además nuestra lógica dietaría es pasiva, es decir, buscamos que las marcas, los doctores y las instituciones se preocupen por nuestra sana alimentación en lugar de ocuparnos nosotros mismos de ella.
Cuando el mexicano ‘se cuida’ es para él sinónimo de privarse, busca abstenerse de cualquier tipo de alimento que se considera popularmente como ‘poco saludable’. Sin embargo, el rápido estilo de vida en el cual se encuentra le hace fallar a menudo en su intento y termina por recurrir a productos empaquetados para después sentir culpa, es muy común que las personas mantengan en nuestro país un protocolo de abstinencia y limitación durante toda la semana que se transforma en libertinaje alimenticio durante los fines y terminamos rayando en los atracones. En el intento por llevar una dieta balanceada, el sujeto termina por polarizar los alimentos entre completamente buenos y completamente malos, y la realidad es que no debería de existir privación sino un balance en el cual tienes que fluir y considerar todos los momentos de ingesta.
La organización que manejamos actualmente orilla al consumidor a tomar una postura, aún cuando la comida no es buena o mala y cada individuo tiene una reacción diferente ante ella, sin embargo, el ambiente en el cual vivimos nos hace elegir entre privación, atracones y culpa.
De acuerdo con Paola Bravo, “todos debemos de comenzar a escuchar a nuestro cuerpo, comer es un acto intuitivo, todas las marcas de comida hablan de esta actividad como si fuera algo cognitivo: medir calorías, contar cuanto ingieres, que vitaminas, etc. y no se han dado cuenta que comer significa responder, literalmente, a lo que pide tu cuerpo. Es muy difícil cambiar esta narrativa pero una buena forma de comenzar es dejar de cuantificar y convertirlo en algo meramente intuitivo: escuchar lo que te pide tu cuerpo.”
El ambiente obesogénico disparó la ansiedad del consumidor, antes las tendencias eran estables y el sujeto se debatía entre lo rico, barato y práctico, pero ahora debe además agregar que no engorde y que sea nutritivo. Hoy en día los mexicanos, independientemente de su condición física o de salud, se encuentran más preocupados y conscientes de lo que tiene que comer; ya no buscamos rico, práctico y nutritivo porque sabemos que es imposible, pero en lugar de impulsarnos a buscar un medio de máxima inclusión caemos en ansiedad y en la no acción.
A medida que los consumidores recuperen el control sobre lo que los esta alimentando ellos podrían ser agentes de su propia salud, explica Bravo, debemos dejar de esperar que la industria del alimento cuide de nuestro cuerpo. La alimentación es algo intuitivo, los animales lo hacen, y el ser humano es el único animal que ha perdido su capacidad de regularse a sí mismo, el conflicto recae en que estamos olvidando cómo comer.- (Agencias)