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Para muchos entendidos —y otros no tanto— la solución a los problemas de recaudación fiscal y déficit de las finanzas públicas de nuestro País, pasa por un reforma fiscal que incluya la desaparición de los regímenes específicos del Impuesto sobre la Renta (ISR) y la generalización del impuesto al consumo (IVA) a una tasa única en todo el territorio nacional, dejando atrás exenciones y tasas "cero". Con esta reforma, inclusive, las tasas de ambos impuestos pudieran ser inferiores a las actuales y, aún así, no sólo cubrirían el tan cacareado "boquete" de las finanzas públicas, sino que dotarían al Estado de cuantiosos recursos adicionales que pudieran utilizarse para programas contra la pobreza, para la salud y la educación, y para la promoción del empleo, en un entorno favorable al desarrollo empresarial. Ésto, que hoy vemos tan lejano, se hubiera traducido en tasas de crecimiento de nuestra economía muy superiores de las que hemos visto en los últimos 15 años y ni que decir de la que, según pronósticos serios, veremos el próximo año con el "paquetazo" económico que nos recetaron —"por nuestro bien", todavía nos dicen— nuestros ilustres diputados.
Esta reforma "necesaria", emprendida hace ya algunos años por un sinfín de países del orbe que hoy nos rebasan por la derecha, ha sido recurrentemente planteada en los últimos años —y éste no fue la excepción— y siempre abortada por factores que nada tienen que ver con el bienestar de los ciudadanos o el desarrollo del País, sino más bien obedecen a poderosos intereses económicos y posturas políticas anacrónicas y pseudodefensoras de los intereses de los más pobres.
De esas abortadas reformas "necesarias", han derivado —cual Frankenstein— las "reformas posibles" que, como maldición, mantienen atado a nuestro País a la ineficiencia, la falta de competitividad y el atraso, y que, aunque lo nieguen, son responsabilidad exclusiva de los tres partidos políticos mayoritarios.
Así, con su populismo y mentiras, los perredistas sepultaron —quizás para siempre— el "IVA a alimentos y medicinas"; ante ello, los tibios e "inocentes" panistas propusieron el "impuesto a la pobreza" y una serie de cambios fiscales insuficientes; y los oportunistas priistas los manosearon, empeoraron y los incluyeron en el "paquetazo" 2010... ¿alguien se salva?
Todavía no había salido de mi asombro por el reconocimiento que los señores Gómez Mont y Carstens hicieron al Congreso por ese engendro que parieron, cuando en una álgida entrevista con Pedro Ferriz de Con, el secretario de la Comisión de Hacienda y Crédito Público de la Cámara de Diputados, el priista David Penchyna Grub, aceptó, ante la pregunta del periodista respecto al IVA generalizado y sus bondades por todos reconocidas, que en efecto así era, pero que "no se la iban a dar a este gobierno..." JECM